DEFINICIÓN DE DISTIMIA Y ABORDAJE TERAPÉUTICO
La Distimia también es conocida como trastorno depresivo persistente. Este trastorno es una forma de depresión leve y crónica, que comparte diversos síntomas con otros trastornos del estado de ánimo.
Su nombre, deriva de dos palabras griegas- dys (anomalía) y thymós (humor, carácter, espíritu). Por primera vez, en 1970, el psiquiatra James H. Kocsis acuñó el nombre de Distimia.
En la población, aproximadamente el diagnóstico lo podría tener entre un 5 a 6 %, siendo más habitual con mujeres jóvenes. Cabe decir que el diagnóstico en sí mismo genera una cierta confusión. Las causas son varias: su cronicidad, sintomatología compartida del estado de ánimo y que, en varias personas padecen este trastorno sin ser diagnosticadas, o no de forma adecuada.
¿Cuál es el origen de la Distimia?
Este puede ser debido a varios mecanismos, principalmente: de tipo biológico, psicológico y social. Algunos estudios apuntan al origen genético de la distimia, de forma que la transmisión por los genes puede conducir a la vulnerabilidad de la depresión, y de esa manera aumentar un trastorno depresivo persistente. Según un estudio publicado en 2006, se han identificado unos marcadores genéticos potenciales que podrían influir en el desarrollo de trastornos como la distimia. Por tanto, las posibilidades de sufrirla aumentan si en la familia existe algún miembro que la padece o la ha padecido.
También hay otros estudios que evidencian cambios en la función y el efecto de los neurotransmisores (en concreto: la serotonina, noradrenalina y dopamina), que podrían influir en la estabilidad emocional a nivel de circuitos químicos.
Por otro lado, otros factores influyentes son más de tipo social y ambiental. Como, por ejemplo: variables traumáticas, dificultades económicas, la pérdida de un ser querido, o bien otras problemáticas familiares de tipo disfuncional. Todo ello son situaciones que pueden incrementar la vulnerabilidad a padecer distimia.
Características propias de la Distimia.
Para diagnosticar Distimia, la persona tiene que padecerla con una duración mínima de dos años en adultos, y un año en adolescentes y niños. Además, ésta ha de presentar los síntomas de forma continuada durante 2 meses seguidos, y no deben derivar exclusivamente a hechos concretos. Así pues, los síntomas principales y recurrentes de la distimia son los siguientes:
- Falta de actividad, fatiga, disminución de energía y problemas para concentrarse.
- Falta para disfrutar de actividades que suelen ser placenteras (Anhedonia).
- Problemas para dormir o trastornos del sueño de diversa patología.
- Alteraciones del apetito, sea por defecto o bien por exceso.
- Baja autoestima. Se suelen sentir inútiles para realizar según qué tipo de tareas, con tendencia a infravalorarse de forma habitual.
- Sentimientos de culpa. Tienen tendencia a culparse. También las personas suelen obsesionarse con episodios más o menos traumáticos del pasado que temen que se pueda repetir.
- Dificultad para tomar decisiones. La persona suele pensar demasiado sin resolver de forma adecuada las decisiones y resolución de conflictos. Todo ello genera aún más pasividad, no realizando las actividades.
Abordaje Terapéutico:
En ocasiones puede ser una combinación de tratamiento farmacológico y psicológico. Aunque también es cierto que depende de la persona y de la psicopatología concreta que manifiesta, así como de su proceso.
En relación con la psicoterapia, los tipos más adecuados suelen ser: las terapias de apoyo y la terapia cognitiva-conductual, ofreciendo en general un mayor buen pronóstico que el trastorno de depresión mayor.
-Para prevenir la Distimia: -medidas de prevención del estrés, así como potenciar la autoestima de la persona en sus varias facetas para fortalecer la confianza en sí misma, y que le ayude a gestionar mejor este trastorno. Si se manifiestan los síntomas es importante evitar el aislamiento, buscando la ayuda de amigos y familiares. Y por supuesto, practicar unos hábitos saludables: el descanso y la desconexión también contribuirán a reducir las posibilidades de padecer distimia u otros trastornos del estado de ánimo.